24/7/15

El Meón 1/9- El Accidente

No sé si es necesario escribir el momento exacto de mi vida en que me ocurrió lo del accidente pero es probable que fue cuando mamá Martina ya no estaba entre nosotros, diez, once años. Nos habían invitado a mis hermanos y a mí al cumpleaños de Mario “Biagio” lo pongo entre comillas porque no es el apellido real, este niño había nacido con algunos problemas físicos pero el más notorio era el de una joroba, no era muy social y no éramos sus amigos pero nuestros padres buscaban atenuar alguna tirantes con los suyos así que fuimos obligados a asistir a su fiesta, en lo personal detestaba los cumpleaños, la granadina, el chocolate y la torta que mezclada con una variedad de golosinas hacían un peligroso coctel en las tripas de una veintena de niños, los gritos por los juegos y la música tapaban el sonido  irregular de las flatulencias no pudiendo hacer lo mismo con los olores hasta que venía un adulto apretándose la nariz a invitarnos de manera directa a jugar en el patio. Esta relación conflictiva entre mis padres y los “tanos Biagio” había surgido de una discusión que había tenido mi madre embarazada  y doña “Chela” también embarazada, en un vientre yo en el otro Mario, nunca supe cual fue el motivo que derivó en esta pelea entre las mujeres lo cierto es que doña Chela que tenía fama de curandera maldijo a mi vieja y a la criatura que llevaba en su vientre o sea yo, mi vieja que no era ninguna ignota en estas hierbas que atañen al conocimiento de la metafísica le mando un te "recontra” y va de retro. Tal vez solo tal vez por esto el que salió perjudicado fue el pobre Mario pero solo Dios lo sabe. Ese día del cumpleaños de Mario “Biagio” todos los niños jugaban en el patio, yo había quedado en un rincón como siempre que tenía que interactuar con mis pares, los observaba como separado de la situación del festejo y de sus juegos hasta que advertí que mis hermanos no estaban allí, miré hacia todos lados buscándolos con la mirada. Cerca de la puerta de entrada doña Chela los acompañaba a salir, me apresuré a pasar entre los niños que parecían atravesarse adrede para dificultarme llegar cuando logré hacerlo fue ella que me detuvo explicándome que ellos volverían pero fue tal mi insistencia que  no pudo detenerme. Al salir vi a mis hermanos que cruzaban la calle en la esquina corrí desesperado y crucé sin mirar, quisiera decir que el auto que me llevó puesto venía a una velocidad increíble y que su tren delantero quedó destruido al chocar conmigo pero lo cierto es que el automóvil  comenzó arrancar porque su motor se había detenido y lo venían empujando pero yo era muy frágil físicamente volé por el aire y caí duramente en el asfalto pegando mi cabeza contra el cordón de la vereda, fue un instante pero me vi suspendido en la oscuridad absoluta, flotando en el espacio como un astronauta que lo ha abandonado la nave, sentí pánico de eso tan vasto y misterioso, luego un golpe de luz me cegó, con los ojos entrecerrados y la vista nublada pude ver a mi madre que me sostenía angustiada. No recuerdo el dolor, si la sangre que corría caliente por mi cara, recuerdo haberle preguntado si me estaba muriendo, el dueño del auto nos llevó al hospital allí me hicieron todos los estudios que se acostumbran en estas circunstancias; placas radiográficas y otros estudios para asegurarse que de que no hubiera secuelas, me vendaron la cabeza como una momia y me mandaron a la casa ahí mis hermanos lloraban y me abrazaban porque vencí a la muerte. Con el tiempo uno comienza a encontrarle ciertas teorías o explicaciones a ese acontecimiento que me tocó vivir que tienen que ver más con las supersticiones que con la objetividad, pero si uno lee detenidamente todo coincide ¿La maldición de doña “Chela” casi se cumple? Lo extraordinario vino después, una capacidad de ver lo que otros no y no es una simple atribución de alguien que escribe. 

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