24/12/14

Tardes de hormigas

  TARDE DE HORMIGAS



Busco en los libros la respuesta de mi sueño, la cabeza me explota ¿Qué me pasa? ¿Qué son estas sensaciones que me abruman? ¿Qué es esto que siento? Hay un espacio entre la lágrima y el absurdo ¿Qué o quien me salvará de esta tarde de hormigas? Todo gira, mi nombre en una carta me dice quien soy, una pestaña cae sobre la parte aún no escrita de esta hoja de papel ¿Será esto el pasado? o ¿Estoy hablando del futuro? Veo en el mapa del pensamiento una calle que no conozco y tal vez nunca conoceré, la cabeza me explota. Todo se vuelve zapatos, libros desordenados, manuscritos, lapiceras, compactos, llaves. Todo gira, me sujeto de las fotos, vos en una de ellas, los niños en las otras. Todo comienza a detenerse, todo está bien, siento que me han rescatado de esta tarde de hormigas. Volverán las mañanas de caminatas y corridas tras el maldito colectivo, saldré de nuevo en los días nublados o de sol, me peinará a su manera el calor, el viento o la lluvia, el frío hará lo propio con los huesos. La rutina vendrá a buscarme con instantes clonados de otros instantes que se repetirán hasta la tortura. Te extraño, te estoy extrañando a cuenta de lo que te extrañaré, por lo que los extrañaré, por que buscaré el olor de tu piel a  las diez y cuarto, a las doce, a las tres de la tarde y no te tendré, tus rabietas por los niños, sus risas, tu risa, tu mirada replicandome algo de mi forma de ser. Volveré por la tarde y dejaré en el jardín las pequeñas tristezas de la jornada para abrazarte y tal vez desear que vuelva esta tarde de hormigas.

                                                                                         Pablo Fogos

Mi vida como pajaro

                                               

Nací en las ramas de un álamo en una mañana de sol, mi pico me ayudó a romper el cascaron, vi aterrado a esos seres horrendos a mi lado y que resultaron ser mis hermanos las plumas de nuestra madre fueron nuestro abrigo, nuestro calor. Nunca olvidaré las delicias inquietas que mi padre nos traía y nos daba con amor, en los días fríos y de lluvia el  protegía nuestro nido con su  cuerpo y en lo alto de las ramas solía tener discusiones con el viento. Cuando llegó la primavera y los días de colores, crecieron nuestras primeras plumas, luego aprendimos a volar, no podíamos dejar de hacerlo era como respirar, lo hicimos sobre casas y jardines, conocimos a las flores. Con el tiempo mis hermanos tuvieron que emigrar, siempre voy a extrañar las tardes de risas y de  juegos de hacer esferas con las nubes, de llenar de alas el cielo, de comer las migas de un sueño. Muy pronto me enteré que uno fue encarcelado por los hombres por ostentar su libertad y el otro pereció en una terrible tempestad, mis padres un día se fueron de forma natural, suelo extrañarlos  en las tardes que en el horizonte se dibuja la tristeza, pero mis días de soledad se acabaron cuando apareció una reinamora que era toda belleza, saltando por las ramas le mostré mis mejores acrobacias y gané su corazón y en el mismo árbol que que nací hicimos nuestro nido, no tardaron en venir los nuevos trinos y que también se hicieran amigos del sol. No había un pájaro mas feliz en la tierra que yo, pensaba esto cuando una piedra que no vi venir una ala me destrozó, tal vez esto que me absorbe es lo que los humanos llaman gravedad solo se que voy cayendo a gran velocidad. No hay tiempo, ni distancia para pensar, sentí cuando mi cuerpo daba contra el suelo y aunque en la cara del pichón de hombre se vea una sonrisa  sabía que no volvería a ver a mi familia y que ellos no tendrían consuelo.Vi los ojos de mis pichones en los ojos de esa criatura, vi sus manos ensangrentadas mientras me sostenía y yo agonizaba. Perdónalo dios de los pájaros que no sabe lo que hace. Perdónalo, mis ojos se cierran y ya no siento nada.

                                                                        

                                                                                                                   Pablo Fogos                                                                                           

11/10/14



Entre las tumbas     ¿Donde comprar mi libro?

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SINOPSIS: Un hombre que transita sus días entre la desesperanza y escepticismo acepta el ofrecimiento de trabajar en un cementerio, allí se encontrará en un submundo donde los personajes y escenario parecen confluir en un universo siniestro y oscuro donde lo razonable parece diluirse ante lo inexplicable, y la historia tal como la concebimos es relatada en la perspectiva de algunos de sus personajes (Sanjua, el Ingeniero Voeller, Castellanos) poniendo sobre el tapete la discusión infinita de la izquierda y la derecha de la política Argentina. En ese contexto toma conocimiento que es uno de los tantos niños robados en la última dictadura y con esto la mentira de su vida y la de su identidad, comienza a sufrir extraños ataques que parecen tener relación con una llave, un raro objeto que llega a sus manos y un misterioso baúl que lo llevaran a una obsesión por develar el enigma que guardan estos elementos y que tal vez tengan que ver con su verdad. Estas actitudes terminan afectando la relación con su novia Verónica que lo abandona y que él tratará de recuperar ese amor no reconocido en su momento.

ESTA OBRA TIENE A SU VEZ EL VALOR DE RELATAR EN UN LENGUAJE COLOQUIAL Y DEL HOMBRE DE CALLE LA VIDA LABORAL EN UN CEMENTERIO DESCRIBIENDO CRUDAMENTE LA TAREA DE UNA PERSONA QUE TRABAJA ENTRE LAS TUMBAS Y ESO TAN NATURAL PERO DOLOROSO COMO LO ES LA MUERTE. ANÉCDOTAS, LEYENDAS, MITOS Y FANTASMAS APARECEN DE MANERA SUPERFICIAL PERO DEJANDO MÁS PREGUNTAS QUE RESPUESTAS.


Capitulo 1_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __  _ _ __ _ _ _ _

Una vez abierto el nicho uno de los tipos vestidos con uniforme verde el más alto y gordo con cara de rata extrajo una bolsa negra como esas que se usan para la basura, la colocó sobre el piso deshizo el nudo, puso a un lado un cartón amarillo en el que estaba escrito un nombre y una fecha, usando sus enorme manos que parecía se transformaban en garras mientras ejecutaba la sombría y morbosa acción, se abría paso entre los huesos aun con carne seca y putrefacta hasta metió su redonda y calva cabeza los otros indiferentes hablaban de putas y hacían bromas mientras sacaban un ataúd del mismo hueco oblongo; en un momento el gordo se incorporó.

¡acá esta!_Dijo sosteniendo entre sus manos una calavera que aun conservaba parte de su cabellera. Miré ambas cabezas y vi como la muerte las utilizaba para reírse de la absurda y triste comedia de la existencia, presentí su cercanía la única certeza que tenia de mi destino, sentí a palmo a palmo de mi cuerpo y de mi espíritu la nada que me envolvía y eso me aterró. sus dedos funcionaron como pinzas que arrancaron uno a uno los pocos dientes que conservaba la ahora carcasa vacía y que en un tiempo pasado poseyeron una cara, con sus ojos, gestos y muecas algunas veces traidores y otras tantas delatores de sus penas y alegrías, sus sentimientos esos reflejos de ese espejo llamado alma. Podía sentir la revolución de mis tripas en mi estómago tenía que contener mi asco debía hacerlo el olor a podrido era distinto a todos los antes percibidos por mí, había invadido el lugar y se colgaba de cada rincón penetrante e insistente se pegaba debajo de mi nariz, sudaba y lo que había digerido antes quería salir empujado por una repugnancia absoluta.Mientras bajábamos con los cuerpos todas las miradas zoológicas porque la gran mayoría de los apodos que llevaban se referían sus apariencias físicas por ejemplo al gordo como anillo al dedo le llamaban rata así estaba el mono, el perro, el loro) se dirigían a mi con sorna.El gordo con cara de rata había guardado los dientes en uno de sus bolsillos, sacó uno y lo cotejó con los suyos manchados por el cigarrillo o la falta de limpieza o las dos cosas; el asco seguía oprimiendo mis entrañas sabía lo que pretendía y tenía que ser fuerte. Los otros ojos expectantes y cínicos que pertenecían a las caras desagradables de animales también se identificaban con una misma sonrisa en la que se colgaban la amargura y el desdén en la comisura de los labios, esperaban mi explosión. El ataúd en medio de nosotros parecía heder y la bolsa negra que contenía los restos del cristiano yacía en los pies de su profanador abierta con el cartoncito que me daba su nombre y la fecha en la que falleció, RICARDO OLGUÍN, 8 DE AGOSTO DE 1964. El gordo con cara de rata se agachó y metió la mano en la bolsa. - Así que sos debutante, que te parece una costilla de cerdo de bienvenida. _Dijo la rata sosteniendo con una de sus garras una costilla humana llevándosela luego hasta su boca y ya no pude aguantar cuando el ascensor llegó a destino abrí las puertas desesperado en el mismo momento que el habitáculo estalló al unísono de carcajadas desdentadas y obscenas, mi inminente y previsible vómito se convirtió en una realidad material de color verde cuando me deshice de las lágrimas que aún nublaban mi vista me percaté que estaba afuera del edificio mi desagradable homenaje terminó adornando los pies de la estatua de un ángel que miraba sin ver, estúpida en la entrada de un mausoleo, mi cara todavía desencajada por el esfuerzo y la repulsión.

Una vez que las bestias se fueron llevándose los cadáveres un hombre de baja estatura de facciones aindiadas con un uniforme similar al de los anteriores y que se diferenciaba por ser gris me daba una toalla húmeda o algo parecido que dudé en aceptar por el paisaje pintado con manchas que se superponían las nuevas sobre las viejas en la superficie en lo que en un tiempo prehistórico pudo haber sido blanco o tal vez eran los restos de porquería que todavía estaban en mis sensaciones que me hacía ver así las cosas. - De ahora en adelante esta es una de tus tareas. _ dijo Ramón Sanchez y que hacía algunos años trabajaba en este edificio ubicado en la parte sur de la ciudad de los muertos. Recordé el día en el que el administrador me lo presentó su mirada era burlona y escondía una sonrisa maliciosa debajo de sus labios apretados y rectos me estrechó su mano pequeña y fría de una manera débil, me repitió su nombre luego de que escuchó el mío. Me imaginé a muchos antes que yo representando la misma parodia de la presentación, escuchando el bla, bla del que consistía este trabajo, aceptando sin pensar hasta llegar a vivir lo que yo viví y era el dos más dos del porqué del puesto vacante en medio de tanta necesidad.
Cuando mi tolerancia había llegado a cero y estaba decidido a decir chau las imágenes de los momentos por los que había pasado los últimos días, el ruido de tripas por las noches, las excusas sin argumento que le diría al dueño de la pocilga donde vivía me cagaban a patadas la conciencia ya que había decidido rechazar las "sogas" que me tiraba Laura cada tanto, bah casi siempre tenía dignidad ¡que carajo! Hacía un tiempo también que el sistema me machacaba los sesos tratando de imponerme su política cruel y egoísta y yo me aislaba en una burbuja y más de una vez creí que lo había logrado algunas veces desechaba por completo enterarme de la mugre del mundo por la radio y la televisión, el diario que llegaba a mis manos olía a humedad de noticias ajadas y añejas era reciclado para las necesidades más urgentes y colgaba de un clavo en una de las paredes del baño de la tapera.
Ya tenía con mis propias miserias para saber de filicidas, violadores, de la usura financiera y de políticos que se perfeccionan en la mentira para robarnos y hacer su simulación criminal y patológica del buen gobierno estos torturadores legales ya que son elegidos por nosotros sin dejarnos alternativa y ni opción que prostituirnos por las migajas y las dadivas, ellos más poderosos e impunes y nosotros más pobres, brutos y sin trabajo encarcelando nuestra dignidad y tomando nuestro futuro y esta vez sin fusiles ni uniformes que me recordaba a esa herida que no cierra de un pasado de innombrables que tanto daño nos hicieron, para escuchar que nuestra única esperanza es del color de la sangre y que te lo dice un locutor con la entonación de quien te vende un desodorante; una vocecita me decía apaga todo y salí a la calle a pelearla pero allí había muchos como yo tratando de llevarse algo a la panza, en definitiva era un tiempo de la mismísima mierda. - Desde ahora en adelante esta es una de tus tareas. _me repetía Sánchez...Me llevó hasta una habitación pequeña a la que llamaba oficina en la que había un armario, un escritorio, algunas sillas, un almanaque con la imagen de la Virgen del Valle pendía torcido de la pared haciendo posible la eternidad del pasado con el enorme número que sobresalía de los demás representando meses y días oxidados burlándose del tiempo presente; una ventana grande daba a un patio interno lleno de manchas, colillas de cigarrillos y bosta de paloma. Sacó del cajón una especie de cuaderno me lo entrego muy serio y se fue.
Me senté y lo leí sin atención en el había explicaciones sintéticas de los distintos movimientos que se hacían en este depósito de cadáveres hablaba de los muertos como cosas a guardar, llevar o tirar. Esto fue suficiente para decidir irme de este submundo de cadáveres y mutantes, con el temor de perderme en sus calles laberínticas busqué la salida, al ir acercándome a una de sus tantas esquinas, escuché risas y voces frené mi apresurada marcha y ocultándome entre panteones pude escuchar que hablaban y se burlaban de alguien, reconocí la voz de Sánchez supuse instantáneamente que ese alguien era yo, me asomé tomando todos los recaudos para que no me vieran, efectivamente uno de ellos era Sánchez que hablaba y se reía con gestos grandilocuentes los que lo acompañaban casi seguro cuidadores de otras cofradías; uno era flaco y alto usaba un guardapolvo azul que le quedaba corto con una voz ronca dijo. - Parece un buen pibe, le doy una semana más que el anterior.
- Mirá Sanjua la última vez le diste lo mismo al anterior. Dijo uno canoso, de bigote y guardapolvo marrón.
- Para mí que con este la pego. dijo Sanjua
- Yo le doy tres días con suerte y acá están los cincuenta. Dijo el canoso
- Como te van a doler Mingo y vos Sanjua también te vas a quedar sobando mi vacunada porque porque este si pasa de esta tarde es mucho. Dijo Sánchez sobrando.
_Uno joven estaba alejado del semicírculo con el guardapolvo abierto y un cigarrillo sin encender que le colgaba del borde de la boca no participaba de la conversación y parecía no interesarle. Me vio pero no dijo nada. El haber escuchado esta conversación tocó mi orgullo y se aplicó lo que alguien una vez me dijo que algo superior jugaba ajedrez con nuestras vidas y esta movida tal vez había dado un giro a mi destino. Había decidido quedarme.
                         Pablo Fogos







       El meón
      Una biografía pasada por aguas







                   








                    PRIMERA PARTE


















                
                 ¿Por qué EL MEÓN?

Al comenzar a escribir esto dudé si hacerlo en primera o tercera persona, esta última opción me haría más fácil hablar sobre mí, desembarazándome de si tal o cual parte verdaderamente ocurrió o que algunos hechos no sean dichos por Vergüenza o simplemente para no renovar un viejo dolor que creí ya olvidado; ¿De por qué el título? Sencillamente porque me orinaba en la cama, las causas pudieron ser muchas, lo emocional dirían los psicólogos, vejiga floja según los médicos, por pelotudo que no me daba cuenta cuando me venían las ganas diría mi padre, yo para él era el meón, le pareció pedagógico regalarme un metafórico talonario de rifas que tenía como primer premio “una cagada mundial si me volvía a mear en la cama” pero no funcionó por suerte en ese tiempo estaba Martina que trabajaba en casa en los quehaceres domésticos y cuidándonos a mis hermanos y a mí cuando mis padres se iban a trabajar, ella se encargaba de despertarme bien temprano, daba vuelta el colchón y cambiaba las sábanas antes que mi viejo hiciera la respectiva requisa de la mañana, ella siempre estuvo en aquellos años de mi infancia para salvarme de una inevitable paliza. Mis viejos trabajaban todo el día en un mini mercado de su propiedad, ella en poco tiempo se transformó en mamá Martina como la recuerdo siempre hasta el día de hoy, soy el tercero de seis hermanos aunque viví la mayor parte del tiempo con dos de ellos Gabriel y Daniel el mayor Fabián era una especie de padrecito no porque se parecía a un cura sino porque casi siempre cubría el rol de nuestro padre que por sus actividades no podía hacerlo, las mujeres vinieron después Andrea y Celeste. Fabián me llevaba nueve años, le seguía Gabriel este era mayor que yo tres años, dos años después de mí vino Daniel. Nací en el “73” un viernes santo así que no tuvieron mejor idea que ponerme el nombre de nuestro salvador, como les pareció poco y que para que mis abuelos paterno y materno no sintieran que no fueron tenidos en cuenta me secundaron con sus nombres, así uno crece con un nombre que no eligió y en la ignorancia de que esto no podía tener ninguna consecuencia en el futuro. Años más tarde tuve la oportunidad de atenuar esto porque a alguien se le ocurrió llamarme escritor desde ese día soy Pablo. A la edad de cuatro años aprendí a leer impulsado un poco por mi madre que había sido maestra de muy joven dejando esta profesión que amaba en pos de seguir a mi padre en su rol de inminente empresario luego de ser retirado de las fuerzas de seguridad por un accidente que hasta el día de hoy para mí es un misterio, solo sabía que había sido operado en la cabeza “a tu papá le han colocado una chapa de platino en la frente y otra en la nuca” había escuchado decir una vez a mi madre. Cuando veía “el hombre nuclear” (serie que daban en la tele por la tarde) me imaginaba orgulloso a mi viejo en un partido de fútbol haciendo un gol de cabeza de media cancha, ese orgullo no tardó en convertirse en todo lo contrario porque lo que traía aparejado esta cirugía era que en las noches de tormentas el dolor era insoportable cambiando su conducta, de más estaría entrar en detalles y no creo contribuya en nada a este relato.


              


                 MI AMIGO CHUKY


Cuando me tocó entrar al jardín de infantes yo no había dejado la mamadera y vivía prendido a la pierna de mamá Martina izquierda o derecha según de donde viniera la amenaza, el primer día me llevó con engaños mi madre, ese día di una verdadera exhibición de la calidad de mis pulmones, mi llanto era tan poderoso que hice llorar al resto de los chicos y no sé si a una que otra maestra; la directora superada por los hechos le dijo a mi vieja que me llevara que al día siguiente iba a ser más fácil, aquel día descubrí que tenía una capacidad extraordinaria con mi llanto, por esto mismo en el segundo día se repitió lo del primero y así con el tercero, en la mitad de la segunda semana mamá Martina me llevó y yo así pude quedarme. En el jardín a diferencia de los que muchos creen no todo es color de rosa más cuando uno de tus compañeros es el clon de “Chuky” (el muñeco maldito) porque no había una palabra que lo definiera tan bien como esa era un verdadero mal-di-to te agarraba las orejas de tal manera que te las dejaba a rosca o te hacía lo que se conocía como la tortura china te agarraba los últimos pelos de la nuca o la patilla de sorpresa, gritaba como chancho que va degüello pero como tenía fama de llorón la “seño” Susana solo me hablaba y sonreía, pero no era solo eso el hijo de muy mala madre se encargaba de hacerme la vida áspera desde que entraba hasta que me iba, era una verdadera pesadilla, sumado a esto seguía orinándome pero esta vez en la sillita trataba de controlarme pero todo o lo poco que hacía era en vano; había aprendido a disimular apenas sucedía me cambiaba de lugar cuando nadie me veía entonces solo quedaba el charquito, nadie se daba cuenta o eso quería creer. Todo estaba bajo control con este tema hasta que el engaño un día se terminó, el muy desgraciado de “chuky” me venía observando, él se encargó de terminar con mi farsa, nunca me olvidé la cara de desaprobación de la señorita Susana y un metro abajo con una sonrisa cínica con el dedo índice apuntándome, el muy maldito. En esa edad los niños son muy crueles y tuve que bancarme toda clase de escarnios y burlas, mi corta vida de cinco años estaba terminada, a los pocos días después nos sacaron una foto en el patio de la escuela, en la imagen se puede ver al susodicho haciéndome una maldad esa misma mañana en el arenero me empujó y caí de frente con la cara hacia abajo me apretaba la cabeza contra el arena podía sentirla entrándome por las narices y por la boca, logré zafarme, ya cansado de por de más de todas sus maldades le di un “soplamocos” en la nariz, al principio se sorprendió pero no tardó en llorar, ese día me di cuenta que no era el único que lloraba “fuerte”. Nunca más volvió a molestarme nos hicimos buenos amigos, hace unos años nos encontramos, ya hombres nos reconocimos y nos saludamos con un abrazo, Claudio Gatti había dejado de ser “chuky”.



                       
                        LA AIDA


Cuando comencé la primaria me cambiaron de colegio, repetí la misma escena del año anterior pero sin conseguir el mismo resultado, lloré, grité y agregué pataleo para darle más dramatismo pero no hubo caso, el acto de inicio de año continuó se cantó el himno, se dijo el discurso y luego cada curso a su aula. Mi madre se fue y yo me quedé llorando, la maestra fue directa y no tuvo ningún tipo de contemplaciones adentro y listo. Así que me tuve que guardar el llanto ya que la manera con la me habló no dejaba lugar para sobreactuaciones, se presentó como la señorita Aida y desde ese momento comenzaría una guerra psicológica entre los dos. Tal vez el que llevaba todas  las de perder era yo pero así y todo pensaba llevar mi plan a cabo con un solo y fundamental problema, no tenía un plan. Considero que muchas veces los adultos menosprecian las capacidades de los niños, en aquel tiempo era aún mayor, creo que fue en la base de este concepto que en mi razonamiento de mis seis años se manifestó naturalmente una estrategia básica ¿Qué era lo peor que le podía pasar a una maestra? Que ella no tuviera la capacidad de enseñar o el alumno la de aprender ¡Perfecto! Mejor dicho ¡Genial! O como le había escuchado decir a mi madre ¡Touché! Mientras en las sombras pergeñaba mi plan tenía que seguir lidiando con mi problema y las aguas seguían bajando turbias sin posibilidad de contención aunque lo intentaba era más fuerte que yo cuando me daba cuenta ya me había orinado, los pupitres eran dobles y yo me sentaba con Miguel G. un día se sentó por equivocación en mi lugar un momento después que ya me había pasado cuando se levantó tenía el guardapolvo mojado los demás chicos vieron el charquito debajo del banco y no tuvieron reparos, las risas más crueles se descargaron sobre él, lo peor de esto era que él creyó que realmente le había pasado y que yo cobardemente permití que lo hiciera después que la señorita Aida lo reprendiera y lo llevara a la dirección me sentí aún peor. Mientras mi rabia por “la Aida” como la denominaba para mis adentros iba en aumento comencé a ejecutar mi revancha, cuando explicaba miraba para otro lado o simplemente no copiaba nada del pizarrón, la relación maestra-alumno empezaba a ser “tirante”, el resultado del primer examen un cero, no había hecho nada; mandó llamar a mis padres, la que iba siempre era mi madre la aconsejó que me llevara a un sicólogo por mis problemas de concentración aludiendo a un posible retraso mental aunque ella se esforzaba por demostrarle que yo sabía leer y escribir desde hacía tiempo pero todo lo que se pudiera decir lo desbarataba mi comportamiento y el resultado de todas las actividades dentro del aula agregado a mi problema de mojar los pantalones eso fue lo que me hizo tomar conciencia de mi derrota, ella lo sabía y había esperado el momento para darme el tiro de gracia  “touché” perdí. Vino un tiempo de sicólogos, de preguntas, de dibujos, de horas y horas de conversar con desconocidos que parecían tener la solución a mi mal y eso que había sido antes de que empezara a ver “aparecidos” eso vino un poco después.  Diagnósticos de todos los tenores y colores, posibles acciones cambiar la manera de dirigirse hacia mí en lo emocional de parte de mis padres ayudarían a atenuar mi patología. Nunca supe a ciencia cierta qué clase de “verdura” le vendían estos profesionales pero lo único que sé es que no me ayudaron en nada o tal vez si y yo todavía no lo sé. Ese año escolar lo perdí y repetí el grado cuando volví al aula vi con espanto casi escuchando la banda sonora de sicosis que la maestra que me había tocado en suerte era “LA AIDA”.

 Aunque me costó decidí darle una oportunidad y la relación entre los dos mejoró, mis notas mejoraron y ella se sorprendía por el cambio y asumía como propios mis avances todo iba sobre rieles hasta que un día anunciaron la llegada de una Inspectora Provincial a la escuela, cuando la funcionaria entró en el aula “la Aida” que se había mostrado muy nerviosa se apresuró para recibirla tropezó con el pie de uno de sus alumnos, trastabilló, recuerdo casi como en cámara lenta esa caída, fue girando en el aire su grueso cuerpo como queriendo aferrarse a lago que por supuesto no había, el gesto de su cara resignada cuando vio el suelo a dos centímetros de sus ojos y desde esa perspectiva la de la inspectora que preocupada trataba de ayudarla a levantarse. Yo me sentaba en el primer banco y no pude aguantarme la tentación mientras se levantaba creo que me miró pero mi mirada estaba en otra parte y mi pie había vuelto a su lugar. Siempre la recuerdo con cariño, me festejó mi cumpleaños número siete, hay una foto en la que aparezco soplando las velitas junto a ella después la muy desgraciada me tiró las orejas bastante fuerte por cierto.


              
             MIS LECTURAS, MI ABUELO Y LO SOBRENATURAL

Tener que transitar las calles de la infancia en la cabeza no es nada fácil pero es mucho más difícil plasmar esos recuerdos al papel, no sé en que momento exacto comenzó esto de escribir pero es una suma de muchas cosas, mi viejo le compraba historietas a mi hermano Fabián, eran revistas que dentro contenían muchas historias que siempre tenían continuación en el ejemplar de la semana siguiente. Dartagnan, El Toni algunos de los nombres que recuerdo e historias como “Mojado”, “Savarese”, “Pepe Sanchez”, “Nipur de Lagash” o “Gilgamesh” mis preferidas, esas historias sumado a mis juegos con soldaditos de plástico (venían en bolsas de 50 unidades) yo tenía ejércitos, como siguiendo un guion les hacía vivir a estos las peripecias de las aventuras de los personajes que leía hasta llegar el momento de hacer mis propios guiones inconscientemente era mi primer contacto con esto de narrar, otro responsable fue mi abuelo paterno un hombre muy cuestionado por mi padre por ciertas circunstancias vividas en su infancia y la que dio como resultado una relación conflictiva entre los dos repitiendo en los años posteriores lo mismo que él cuestionó pero son cosas que no vienen al caso. Mi abuelo fue y será uno de los maestros de mi vida, con mi hermano íbamos los sábados o domingos, nunca he olvidado la manera que tenía de contar con ese decir que tiene la gente de Santiago del Estero lugar del que era oriundo siempre guardo las anécdotas y leyendas que nos sabía contar después de los asados, y como buen Santiagueño que era hacía honor a la costumbre de sus paisanos LA SIESTA, no eran siestas de treinta minutos eran “siestones” de tres horas para cualquier chico de nuestra edad eso era inconcebible lo mismo él nos obligaba que la hiciéramos, apenas escuchábamos sus primeros ronquidos mi hermano Gabriel se fugaba a jugar con los chicos de la cuadra yo me quedaba para que mi abuelo no se enojara y me aburría horrores por ahí él se levantaba y preguntaba por mi hermano pero no esperaba la respuesta, al verme tan embolado me decía “En el cajón de aquella cómoda hay libros…” pero haciéndome una advertencia “…los que están en las puertas de abajo son para grandes” luego de leer “Tom Sawyer”, “La cabaña del tío Tom”, “Robin Hood” empecé con los “prohibidos” allí amontonados y apretados estaban Kafka, Dostoievski, Sartre, Borges. Cuando mi abuelo regresaba del sueño de la siesta tomábamos la merienda y el buscaba la guitarra, tocaba de oído, escuchaba una melodía y la repetía en la viola sin equivocarse una nota, un día hablando de música me dice que había escuchado el comienzo de una canción pero que no recordaba de donde ni quien era el autor, acomodó los dedos en el diapasón y luego rasgueó suavemente; yo no sabía nada de música o de cantantes solo lo que él me había enseñado, me preguntó si me gustaba, le dije que sí que era diferente, él lo que más tocaba era folclore y a mí me gustaba pero esto era distinto a todo lo antes escuchado. Un día en la radio volví a escuchar la melodía y la canción era “satisfacción” de los Rolling Stones, otra de las cosas que tendré que agradecerle por siempre, a partir de ahí como una banda sonora de mi vida escucho rock and roll.    

Mi abuelo hablaba quichua Santiagueño y era fantástico que terminara alguna de sus historias con alguna frase en esa lengua, algunas veces pensaba que él había leído lo que me contaba y lo adaptaba a sus recuerdos, era un hombre robusto, alto, morocho con arrugas marcadas que parecían gritar los soles del monte de Santiago, manos fuertes que nombraban el hacha y el golpe, de quien era, tal vez para los demás solo alguien más para mí él era un Dios. Le debo haberme comprendido en aquellos años en que me era difícil entender que yo no estaba loco que lo que me pasaba era algo normal y que yo lo había heredado entonces me relataba de sus ancestros su tatarabuelo había sido un cacique que vaya a saber porque circunstancias del destino se había unido a una alemana, hacía referencia a sus dones sobrenaturales que él aplicaba en beneficio de su tribu. Me hablaba de un hermano mayor, una especie de gigante bonachón que también poseía dones sobrenaturales y a quien se le atribuía poder entender el lenguaje de la naturaleza y con ese conocimiento sanar a los integrantes de su comunidad. A decir verdad no sé si nada de esto es probable lo cierto es que después que me atropelló un auto algo en mí se despertó y ya nada volvería a ser igual o normal en mi vida.  

 
         MI PADRE EL JUSTICIERO

Arnoldo había heredado la tez morena de su padre y con el tiempo formó la dureza de la roca en el entrecejo, era imperturbable como un cerro ante los vientos impotentes de la vida. Es un hombre fuerte que no permitía que se vieran los dolores del pasado en esa coraza que era su cuerpo ni delaten sus sentimientos sus ojos y los gestos, algunas veces pensaba que el deseo de mi padre era construir un imperio pero no solo con el fin económico sino para protegernos de algo estaba más allá de su propio entendimiento, parecía pedirle cuentas a mi abuelo como pensando en voz alta; había sido abandonado por este cuando era un niño buscando una mejor vida llevándose también a su madre se crio en el campo con su abuela con la dureza que eso implica, una mujer mayor que sabía poco de cómo tratar a un niño y en medio de la soledad, el silencio y el trato duro forjó su carácter. A los pocos años y después de la muerte de su abuela mis abuelos lo rescataron para llevárselo a Buenos Aires donde ya se habían establecido económicamente encontrándose con un hermano y una hermana. Mi padre tuvo que aprender las reglas de la convivencia como quien se le enseña a un salvaje, manejaba el cuchillo como si hubiera nacido junto a él, las reglas de la ciudad eran muy distintas a las del monte lo que le ocasionaban algunos problemas no le costó poco adaptarse pero lo hizo ya que la naturaleza le había prodigado una inteligencia más que aceptable, en poco tiempo aquel niño se convirtió en un hombre, tenía afición por las armas así que orientó su vida a esa profesión en la que el plomo y la pólvora son el lenguaje más allá de las ideas y de la perfección de la simetría de los fierros. Después de su retiro se había ganado la reputación de justiciero, podría contar infinidad de anécdotas que me contaban propios y ajenos en torno a él, una que siempre me gustó era que había hecho una apuesta a que le atinaba a un foco del alumbrado de la calle que de manera molesta daba en una de las aberturas de la casa, escuchado así uno podría suponer que no era tan difícil, lo que lo hacía increíble era que el revolver estaba desarmado y él con los ojos vendados volvería armarlo para disparar a la molesta lámpara, con el segundero del reloj y los dedos moviéndose casi a la par de la aguja, después de marcar treinta segundos se escuchaba el estruendo y la luz  dejaba en el acto de alumbrar. Había elegido seguir los dogmas de Alem y a partir ahí fue radical siempre, organizaba y se reunía clandestinamente con un grupo de valientes que sabían lo que se estaban jugando en plena dictadura con la esperanza de la vuelta de la democracia aunque había sido un hombre de las fuerzas armadas creyó siempre que la libertad era la mejor opción para que un pueblo pudiera progresar. Nunca pude olvidar que en un acto multitudinario con el candidato de su partido pudimos hacernos espacio con mucho esfuerzo hasta llegar a la base del palco, tendría unos diez años y era bastante flaco me cargaron en los hombros y pude llegar a tirar de la botamanga del pantalón del que finalmente logró la Presidencia de la Nación. Un tiempo después pude ver por televisión como el susodicho miraba para abajo en ese momento, si hubiera sabido “bigote” que era un pendejo que no tenía la menor idea de lo que hacía, recuerdo a la multitud coreando “…para el pueblo lo que es del pueblo porque el pueblo se lo ganó…”.

Mi padre no es un hombre malo pero algunas veces pensaba cuando me miraba en silencio que quería matarme. Él siempre fue un misterio para mí y alguien digno de admirar. 



      MONONA, LA MADRE QUE ME PARIO

Esa mujer a la que todos llamaban y llaman Monona y yo siempre ignoré el por qué había construido su historia personal con hechos puntuales de su vida, su padre era guardia cárcel y eso lo hacía alguien que miraba de manera diferente a los prepotentes que están de la parte de afuera, este hombre poseía un conocimiento que hasta él mismo no alcanzaba a darle el valor merecido, un cristal donde podía ver un lado desconocido e ignorado de los insensatos que viven sin la presión de estar recluidos en una celda. Él era un padre amoroso y responsable que supo darle a ella y a sus hermanos el cariño, alimento y educación que cualquier cristiano necesita, su vocabulario y sus chanzas bordeaban la vulgaridad y el doble sentido pero sin abandonar la compostura frente a las señoritas que integraban el hogar, era peronista hasta la médula y nunca faltaba un grito con toda la geta de ¡viva Perón! Su madre se llamaba Lorenza y terminaba en estado de ira cada vez que este con una copa de más contaba cuentos verdes que doblaban en obscenidad por ser versiones que le contaban los presidiarios, su madre había formado parte de las “Mujeres de EVITA”  con las que se reunía a escuchar sus discursos por la radio y las que lloraron desconsoladamente cuando informaron su deceso por el mismo medio. Monona adquirió el don de la palabra influenciada por extensas lecturas e inspirada por su espíritu autodidacta encontró su vocación de enseñar, extrajo todo el dinero de su caja de ahorro con el que compró un lote y un tranvía en desuso para dar clases a todos aquellos que quisieran salir de la ceguera que significa no saber leer ni escribir, fundó la escuela San José Obrero aunque no conste en actas lo importante es siempre el testimonio vivo de los tantos que aprendieron a leer y escribir sus nombres.
Mi abuelo materno el guardia cárcel tenía fama de “Don Juan” y mujeriego según el “chusmerío” “…y más agachadas que japonés con visitas” les había escuchado decir a algunos parientes, terminó fugándose con alguien a la que apodaban “la gallega” pero un tiempo después volvió a los brazos de mi abuela quien lo perdonó y lo recibió como si nada hubiera pasado. Le gustaban los pájaros y tenía una enorme jaula con una gran variedad de especies, a diferencia de mi otro abuelo que me decía “los pájaros los ha hecho Dios para que vuelen y cumplan con el ritual de la vida en las ramas de los árboles, nadie debería monopolizar su libertad solo por un gusto personal” así que me tomé la atribución de liberar a los convictos porque consideré que no habían cometido ningún delito, a partir de ese momento declaramos la ruptura de nuestra relación familiar no solo porque me puteó en todos los idiomas sino porque me corrió una tarde completa por toda la casa con un cinto sin poder alcanzarme, creo que su enojo era más siniestro de lo que vi en ese momento, los prisioneros habían escapado de su cárcel.

Monona es la madre que no elegí y la que amo, me parió un viernes santo y solo por ese motivo me nombró Jesús. Siempre admiré su compromiso social y su gran espíritu de solidaridad.




           HERMANOS – PARTE UNO

Se asomaban los ochenta y mi hermano Fabián estaba en plena adolescencia, la música sonaba por toda la casa cuando él estaba, Creedence Clearwater revival, Olivia Newton John, la Electric Light Orchestra, Kiss, sonidos tan disímiles como uniformes en lo que era la moda de esa época “La música disco” series como “Fama” o película como la de “Fiebre del sábado por la noche” después vendría “Flashdance” había inspirado a mi hermano de tal manera que lo veía bailando en cualquier actividad que estaba haciendo, bailaba todo el tiempo, él ayudaba a despostar las medias res en la carnicería de mi padre había aprendido de pequeño el oficio, con la salvedad que lo hacía bailando, tiraba el cuchillo y la chaira hacía arriba y estos parecían quedar suspendidos en el aire un instante mientras  él giraba y saltaba al mejor estilo de Leroy Johnson personaje de la serie fama sin equivocarse en la exactitud de los movimientos siguiendo la música que salía de un pequeño grabador Hitachi, cuando se terminaba la cinta daba vuelta el casete y vuelta a empezar, eran mágicos esos momentos y siempre los guardo en mi memoria como un tesoro preciado, me había convertido en su primer admirador después vendrían otros ya que los sábados en distintos clubes se organizaban competencias de baile en donde por supuesto el brilló convirtiéndose en poco tiempo en una verdadera estrella, su popularidad creció de tal manera que era llamativa la cantidad de chicos que querían aprender sus pasos, se sumaron más amigos a su barra de siempre y claro comenzaron a aparecer las chicas. Mi padre le daba libertad siempre y cuando no se olvidara de sus obligaciones, un día le dijo que quería ir a la escuela de Bellas Artes a aprender danza clásica y teatro, mi viejo lo miró un instante en silencio para decirle “En ese lugar está lleno de maricones, dejá de pensar boludeces que hay mucho trabajo…” sin su apoyo unos meses después se estaba inscribiendo para que en un corto tiempo mi madre que si lo apoyo en secreto y mis hermanos lo viéramos en una obra en el teatro del Libertador General San Martin, era una pequeña obra y tenía un papel secundario hacía del único hijo varón de siete hermanos el dialogo era insignificante pero qué importancia podía tener esto si el tipo estaba en el teatro más importante de Córdoba, aplaudía yo de pie, hoy puedo decir que aplaudía su valentía más que a su talento. Siempre está suelto como disgregado del resto de los recuerdos que va disolviendo el tiempo por qué son inútiles a la construcción de un hecho definido, una palabra o una mirada que acompañada de su sonrisa estaba la presencia extraordinaria de mi hermano Fabián quisiera decir que él triunfó en lo que fue su sueño mayor pero no, formó una gran familia que más allá de los desencuentros y los infortunios que la verdad de la vida le enrostró logró desandar el delgado camino de los que luchan y ponen el cuerpo por todos y así como un día un tal Ernesto comenzó a ser el “che” un día Fabián comenzó a ser “Pichón”, tropezando y encontrando porciones de verdad que se alejan de la comprensión del común. Para mí él es el jinete de los sueños, es probable que el potro de la vida lo sacuda y hasta lo tire pero jamás desistirá hasta domarlo, en mis recuerdos me permito seguirlo viendo bailando entre las luces intermitentes y las estridentes notas de los Bee Gees       
 “…What you doin’ on your back aah
You should be dancing, yeah Dancing yeah…”

Yo no quería a Gabriel solo porque era mi hermano sino porque admiraba la capacidad que tenía de desprenderse de la estupidez que nos imponía la corta edad y la inexperiencia, cómplice perfecto para destruir el aburrido plan de la rutina, de las trivialidades de un niño cualquiera, un embustero que simulaba leer las noticias a ancianos allegados a la familia a cambio de alguna recompensa quedaban agradecidos pero consternados casi al borde del infarto luego de haber escuchado las catástrofes, las crueldades y las atrocidades del mundo que sin pestañar salían de su boca, un gran exponente del amarillismo periodístico y precursor del relato mentiroso de algunos políticos. Con mi hermano nos unían todas las aventuras, aunque han pasado muchos años nunca pude llegar a entender que era lo que pasaba por la cabeza de ese chico al que todos llamaban “el ciruja” que acompañado de un enorme perro se llegaba hasta la escuela solo para esperarnos a la salida a mi hermano Gabriel y a mí, siempre recuerdo ese instante antes de correr su mirada algo siniestra y la sonrisa perversa dibujando una extraña satisfacción en la comisura de los labios pero eran milésimas de segundos antes del “Cache Nerón…Cache” el resto de los chicos de la escuela esperaban todos los días el espectáculo, apenas salíamos veíamos aparecer en la esquina las figuras inigualables de “el ciruja” y Nerón perro feo si los había que parecía haber sido criado con carne humana por el tamaño nunca vi una bestia parecida le cruzaba una cicatriz enorme sobre el hocico que llegaba unos centímetros debajo de dos ojos que parecían inyectarse en sangre cuando nos veía, siempre era lo mismo ellos parecían surgir de la nada y nosotros como posibles presas que no le quedaba otra opción que correr, él parecía darnos una especie de ventaja en un pequeño momento dentro del tiempo de los mortales para mí era interminable y entre la tierra suspendida en el aire y los chicos de la escuela expectantes en mi cabeza surgía de ese silencio ficticio la música de un western espagueti cuando comenzábamos a correr se quebraba lo detenido con el griterío de los que arengaban a favor nuestro y los malditos en contra. Nerón nunca nos alcanzó y por el contrario nos favoreció mi hermano terminó jugando en un club de futbol (Alianza) siendo un win muy veloz y yo algunos años después llegué a representar a mi colegio en la secundaria en la carrera de cien metros aunque esa vez perdí porque se me caían los pantalones pero esa ya es otra historia. “El ciruja” años después resistió a los tiros a la policía que lo había rodeado, me enteré que logro sobrevivir y yo me alegré por eso. Pero lo que más recordamos con mi hermano de aquellos tiempos era esa acción universal que es escaparse de la escuela y que todo aquel que fue niño lo hizo acá en esta parte del mundo le llamamos “chupina” o en todo caso “hacerse la rata” lo cierto es que nosotros hicimos una que casi nos cuesta lo que en el presente nos hace padres, en aquel tiempo no tomábamos conciencia de la realidad que hablaba de desaparecidos y muertos, de comunicados y dictadura, el gringo Valencia, el negro Suarez, el loco Monsalvo, mi hermano y yo nos subíamos a un colectivo y terminábamos en alguna parte de la ciudad pero una vez se nos hizo difícil volver y la noche nos sorprendió, mis viejos pensaron lo peor sabían que su militancia política era arriesgada y los que tenían el poder solían golpear a los audaces a donde más le dolía para ellos éramos siempre posibles víctimas de la impunidad reinante, mi viejo tocó unos contactos en la fuerza para que toda la policía de la ciudad nos buscara por cielo y tierra mientras nosotros habíamos conseguido haciendo dedo que una camioneta nos acercara a una ruta próxima a nuestro hogar, de a uno se iban descolgando los camaradas en diferentes tramos para llegar a sus respectivas casas los últimos fuimos nosotros a medida que nos acercábamos luces de patrulleros parecían recibirnos en medio de la oscuridad ya que se había producido un apagón, los reflectores no tardaron en dar en nuestras caras espontáneamente levantamos las manos, se escuchó alguna risa el que no se reía era mi hermano mayor Fabián que con un patadón en el culo nos metió para adentro para decirnos todo lo irreproducible que puede decir en una vida cualquier hijo del señor, pero no tardó en abrazarnos con lágrimas en los ojos y mejor no cuento el castigo que nos dio mi viejo. Mi hermano Gabriel sufrió un shock sicológico a consecuencia de haber visto la herida en la garganta que producto de una pelea callejera había recibido un tío que vivía en casa; un insípido cantante de tangos tío de mi madre y hermano de mi abuelo el guardia cárcel, vivía en una pieza en el fondo de casa, era alcohólico y había sido abandonado por su círculo más próximo; hijas, yernos y nietos. Mis viejos le dieron cobijo y contención acompañándolo en su enfermedad, nosotros lo queríamos mucho tenía una galería de chistes tontos y frases o modismos que lo hacían un verdadero personaje tales como “Borracho treinta y tres veces” “Nunca esa mano” “yo cuando era chico era una preciosa “cratura”” estas según en el contexto  de lo que se estaba hablando eran acotaciones desopilantes nosotros nos moríamos de la risa. Ese día golpearon la puerta y mi hermano Gabriel atendió era mi tío que trataba de cubrirse con una mano la herida en la garganta, mi  hermano de la impresión perdió el habla, si es bueno saberlo mi tío no murió ya que mis viejos no perdieron tiempo para llevarlo a un hospital. Ese acontecimiento me decía de manera insoslayable de como el destino a veces se ensaña con aquellos que se atreven a engarzar palabras sin tomar plena conciencia de lo que hacen, la consecuencia de una alquimia metafísica fallida como un mensaje oscuro y a la vez irónico, dos personas que quería no podían emitir palabras. Mi hermano fue tratado por un psicólogo que en algún momento me había atendido a mí pero considero que el mejor tratamiento fue el de leerle todo el tiempo como una manera de terminar con la maldición, desafiando al silencio y llenarlo de palabras, las bonitas que se parecían a la luz, a los cielos estrellados de Neruda, los juegos bellísimos de Cortázar, las maravillas trágicas de García Lorca o el amor hecho sonido de Benedetti pero todo esto que hacía parecía estéril ante inmutabilidad de mi hermano que seguía mudo como un zapato hasta que un día se produjo el milagro y mi hermano Gabriel volvió a hablar su primera palabra fue “PUTO”.



                   HERMANOS – PARTE DOS

Con mi hermano Daniel nos unía más que nada la mayoría de los juegos infantiles y una tierna rivalidad por los abrazos y los consentimientos de mamá Martina, por una circunstancia diríamos biológica de la madre que nos parió terminó siendo “madre de  leche” de mi hermano menor ya que ella tenía una hija de su edad a la que amamantaba que acabó siendo como una hermana ya que compartía su crianza con nosotros. Nunca hubo un lugar mejor para esconderme de las hostilidades del mundo que entre las tetas de mamá Martina, el olor del sudor de su piel o los aromas de las comidas que ella hacía que me hacían sentir protegido, tal vez subconscientemente sea un lugar que la memoria olfativa siempre busca desde aquellos tiempos en aquel lugar distante de la infancia.
Daniel siempre fue un burlista, alguien siempre quería pegarle por algunas de sus bromas, a lo largo de la vida muchas veces tuve que poner la cara ante un cachetazo o una trompada y así me vi obligado a aprender las reglas de la pelea callejera otras veces puse mi integridad física ante algún castigo de mi viejo, era como una máxima que había recibido de mamá Martina “cuidalo al Danielito” siempre recuerdo esa noche en que me lo dijo, estaba muy enferma y mis viejos le habían dado una habitación de la casa para poder cuidarla tarea de un pariente de ella y de mi madre Monona cuando se hacía un tiempo. Yo le leía, a ella le gustaba que le leyera, siempre me auguraba un futuro profesional repitiendo “algún día vas a ser dotor” esa noche le di un beso en la frente y le tomé la mano hasta que se durmió. Pobre mamá Martina, pobre de mí, nunca hubiera sospechado que eso era una despedida, al día siguiente se la llevaron a un lugar que se llama Sebastián Elcano y yo nunca más volví a verla. No preguntaba porque le temía a la respuesta aunque en el fondo la sabía. Desde ese día mi hermano Daniel fue mi prioridad aunque no pude cumplir completamente mi promesa no puedo decir que no lo intenté y el día que se estaba casando quise decir que me oponía pero el cura no preguntó lo que uno acostumbra a ver en las películas o las novelas “…si hay alguien en este recinto que se oponga a esta unión que hable ahora o calle para siempre”  pero el ensotanado no preguntó así que me dije una serie de dichos como para conformarme “a llorar al campito” “decí alpiste…” “a lo hecho pecho”. Ahora el Don Juan vive hechizado por los encantos de su mujer y no lo digo porque sea una bruja ya que por ella tengo cinco encantadores sobrinos.
Poco después de la muerte de mamá Martina yo ya hacía tiempo que no me orinaba en los pantalones pero sabía que el estigma lo llevaría siempre, fui y seré “el meón”, si las cosas eran difíciles, con su ausencia se iban a poner peor. Mi madre anunciaba un nuevo embarazo y algo comenzó a colapsar en mí no sé y nunca supe si fue por esta razón que mi viejo me llevó a un viaje que hizo a La Rioja a la casa de un amigo, el tano Nino, los dos solos, él y yo. Recuerdo ese viaje como un punto de encuentro entre los dos,  instantes que no tienen una connotación extraordinaria pero que en la vida de cualquier hombre puede determinar algo trascendental en su futuro en este caso en mi presente. No sé si fue la primera vez que mi padre me dio la mano para cruzar la calle pero no recuerdo una anterior ni posterior que esa vez que estuvimos en La rioja me llevó a una calesita que yo me resistí a subir hasta donde pude pero que acepté por el entrecejo fruncido que comenzaba a acentuarse cada vez más en su cara a pesar de sentirme desubicado entre los niños de tres o cuatro años que me rodeaban, la mirada de sus padres que presenciaban el ridículo de que mis rodillas casi me dieran en la cara al sentarme en el caballito de aquel carrusel para niños de hasta cinco años teniendo en cuenta que yo alcanzaba los diez, le perdoné esa humillación solo porque sabía poco y nada de un chico de mi edad. Lo cierto es que nuestro viaje se vio interrumpido por un llamado de Córdoba por un posible alumbramiento anticipado de la que sería mi primera hermana en ese regreso sucedió algo que mi padre contaba como una anécdota graciosa el hecho de que me dieron ganas de orinar y era uno de esos micros que no tenían baño así que él me hizo mear en una bolsa, nunca olvidé la cara de la mujer del asiento del otro lado del pasillo como si eso fuera algo inconcebible, cuando llegamos todo había resultado ser una falsa alarma, unos meses después gateaba el más tierno ser, que inocente que fui, lo que había sido un comienzo de unión con mi viejo se rompió totalmente, no había nada más importante para él que esa bola de carne en pañales que andaba en cuatro patas por toda la casa. Pero la verdad que ni yo pude contener la ternura que me causaban sus morisquetas y su risa que llenó aquella casa de varones en rincones rosas con sus aromas particulares a niña, a pesar de mi corazón cautivado sabía que ella fue la causante del fracaso de un posible acercamiento definitivo con mi padre. A medida que crecía aquel ser crecían sus caprichos y berrinches a los que mis padres cedían sin miramientos creando sin saberlo un verdadero monstruo en poco tiempo se instauraba la “gran” dictadura de la pequeña Andre, el mundo giraba en torno de ella y así fue creciendo creyéndolo, la soberbia no es una enfermedad pero se cura. No hace falta nombrar la oscuridad de esos días de mi vida en que la violencia y la injusticia fueron la contestación silenciosa y sorda ante el “yo no hice nada”. Pero todo eso quedó en el pasado, hoy a pesar de sus patologías ha logrado superarse en la vida, se casó con un contador y son padres de un prodigio.

Unos años después llegaría mi otra hermana, es cierto que al principio pensé que la pesadilla se duplicaría pero por suerte fue todo lo contrario, la nombraron como mi abuela paterna, Amalia pero se hizo querer y nombrar con el segundo, Celeste, para mí es “el bicho” como le digo con cariño hasta el día de hoy, el apodo le quedó de aquellos años en los que la naturaleza no se congraciaba con ella pero la belleza que no tenía por fuera la tenía interiormente, sufrió la enorme diferencia que hizo mi padre con respecto a su primera hija actitud que me unió aún más con ella, pero su sensibilidad le ayudó a sostenerse con humildad en la vida. Hoy es madre de dos hermosas niñas y esposa de un gran hombre. Gracias por siempre “bicho” hermana del alma por haberme acompañado y sostenido con tu luz en mis días de oscuridad.




                       EL ACCIDENTE

No sé si es necesario escribir el momento exacto de mi vida en que me ocurrió lo del accidente pero es probable que fue cuando mamá Martina ya no estaba entre nosotros, diez, once años. Nos habían invitado a mis hermanos y a mí al cumpleaños de Mario “Biagio” lo pongo entre comillas porque no es el apellido real, este niño había nacido con algunos problemas físicos pero el más notorio era el de una joroba, no era muy social y no éramos sus amigos pero nuestros padres buscaban atenuar alguna tirantes con los suyos así que fuimos obligados a asistir a su fiesta, en lo personal detestaba los cumpleaños, la granadina, el chocolate y la torta que mezclada con una variedad de golosinas hacían un peligroso coctel en las tripas de una veintena de niños, los gritos por los juegos y la música tapaban el sonido  irregular de las flatulencias no pudiendo hacer lo mismo con los olores hasta que venía un adulto apretándose la nariz a invitarnos de manera directa a jugar en el patio. Esta relación conflictiva entre mis padres y los “tanos Biagio” había surgido de una discusión que había tenido mi madre embarazada  y doña “Chela” también embarazada, en un vientre yo en el otro Mario, nunca supe cual fue el motivo que derivó en esta pelea entre las mujeres lo cierto es que doña Chela que tenía fama de curandera maldijo a mi vieja y a la criatura que llevaba en su vientre o sea yo, mi vieja que no era ninguna ignota en estas hierbas que atañen al conocimiento de la metafísica le mando un te "recontra” y va de retro. Tal vez solo tal vez por esto el que salió perjudicado fue el pobre Mario pero solo Dios lo sabe. Ese día del cumpleaños de Mario “Biagio” todos los niños jugaban en el patio, yo había quedado en un rincón como siempre que tenía que interactuar con mis pares, los observaba como separado de la situación del festejo y de sus juegos hasta que advertí que mis hermanos no estaban allí, miré hacia todos lados buscándolos con la mirada. Cerca de la puerta de entrada doña Chela los acompañaba a salir, me apresuré a pasar entre los niños que parecían atravesarse adrede para dificultarme llegar cuando logré hacerlo fue ella que me detuvo explicándome que ellos volverían pero fue tal mi insistencia que  no pudo detenerme. Al salir vi a mis hermanos que cruzaban la calle en la esquina corrí desesperado y crucé sin mirar, quisiera decir que el auto que me llevó puesto venía a una velocidad increíble y que su tren delantero quedó destruido al chocar conmigo pero lo cierto es que el automóvil  comenzó arrancar porque su motor se había detenido y lo venían empujando pero yo era muy frágil físicamente volé por el aire y caí duramente en el asfalto pegando mi cabeza contra el cordón de la vereda, fue un instante pero me vi suspendido en la oscuridad absoluta, flotando en el espacio como un astronauta que lo ha abandonado la nave, sentí pánico de eso tan vasto y misterioso, luego un golpe de luz me cegó, con los ojos entrecerrados y la vista nublada pude ver a mi madre que me sostenía angustiada. No recuerdo el dolor, si la sangre que corría caliente por mi cara, recuerdo haberle preguntado si me estaba muriendo, el dueño del auto nos llevó al hospital allí me hicieron todos los estudios que se acostumbran en estas circunstancias; placas radiográficas y otros estudios para asegurarse que de que no hubiera secuelas, me vendaron la cabeza como una momia y me mandaron a la casa ahí mis hermanos lloraban y me abrazaban porque vencí a la muerte. Con el tiempo uno comienza a encontrarle ciertas teorías o explicaciones a ese acontecimiento que me tocó vivir que tienen que ver más con las supersticiones que con la objetividad, pero si uno lee detenidamente todo coincide ¿La maldición de doña “Chela” casi se cumple? Lo extraordinario vino después, una capacidad de ver lo que otros no y no es una simple atribución de alguien que escribe.