11/10/14



Entre las tumbas     ¿Donde comprar mi libro?

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SINOPSIS: Un hombre que transita sus días entre la desesperanza y escepticismo acepta el ofrecimiento de trabajar en un cementerio, allí se encontrará en un submundo donde los personajes y escenario parecen confluir en un universo siniestro y oscuro donde lo razonable parece diluirse ante lo inexplicable, y la historia tal como la concebimos es relatada en la perspectiva de algunos de sus personajes (Sanjua, el Ingeniero Voeller, Castellanos) poniendo sobre el tapete la discusión infinita de la izquierda y la derecha de la política Argentina. En ese contexto toma conocimiento que es uno de los tantos niños robados en la última dictadura y con esto la mentira de su vida y la de su identidad, comienza a sufrir extraños ataques que parecen tener relación con una llave, un raro objeto que llega a sus manos y un misterioso baúl que lo llevaran a una obsesión por develar el enigma que guardan estos elementos y que tal vez tengan que ver con su verdad. Estas actitudes terminan afectando la relación con su novia Verónica que lo abandona y que él tratará de recuperar ese amor no reconocido en su momento.

ESTA OBRA TIENE A SU VEZ EL VALOR DE RELATAR EN UN LENGUAJE COLOQUIAL Y DEL HOMBRE DE CALLE LA VIDA LABORAL EN UN CEMENTERIO DESCRIBIENDO CRUDAMENTE LA TAREA DE UNA PERSONA QUE TRABAJA ENTRE LAS TUMBAS Y ESO TAN NATURAL PERO DOLOROSO COMO LO ES LA MUERTE. ANÉCDOTAS, LEYENDAS, MITOS Y FANTASMAS APARECEN DE MANERA SUPERFICIAL PERO DEJANDO MÁS PREGUNTAS QUE RESPUESTAS.


Capitulo 1_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __  _ _ __ _ _ _ _

Una vez abierto el nicho uno de los tipos vestidos con uniforme verde el más alto y gordo con cara de rata extrajo una bolsa negra como esas que se usan para la basura, la colocó sobre el piso deshizo el nudo, puso a un lado un cartón amarillo en el que estaba escrito un nombre y una fecha, usando sus enorme manos que parecía se transformaban en garras mientras ejecutaba la sombría y morbosa acción, se abría paso entre los huesos aun con carne seca y putrefacta hasta metió su redonda y calva cabeza los otros indiferentes hablaban de putas y hacían bromas mientras sacaban un ataúd del mismo hueco oblongo; en un momento el gordo se incorporó.

¡acá esta!_Dijo sosteniendo entre sus manos una calavera que aun conservaba parte de su cabellera. Miré ambas cabezas y vi como la muerte las utilizaba para reírse de la absurda y triste comedia de la existencia, presentí su cercanía la única certeza que tenia de mi destino, sentí a palmo a palmo de mi cuerpo y de mi espíritu la nada que me envolvía y eso me aterró. sus dedos funcionaron como pinzas que arrancaron uno a uno los pocos dientes que conservaba la ahora carcasa vacía y que en un tiempo pasado poseyeron una cara, con sus ojos, gestos y muecas algunas veces traidores y otras tantas delatores de sus penas y alegrías, sus sentimientos esos reflejos de ese espejo llamado alma. Podía sentir la revolución de mis tripas en mi estómago tenía que contener mi asco debía hacerlo el olor a podrido era distinto a todos los antes percibidos por mí, había invadido el lugar y se colgaba de cada rincón penetrante e insistente se pegaba debajo de mi nariz, sudaba y lo que había digerido antes quería salir empujado por una repugnancia absoluta.Mientras bajábamos con los cuerpos todas las miradas zoológicas porque la gran mayoría de los apodos que llevaban se referían sus apariencias físicas por ejemplo al gordo como anillo al dedo le llamaban rata así estaba el mono, el perro, el loro) se dirigían a mi con sorna.El gordo con cara de rata había guardado los dientes en uno de sus bolsillos, sacó uno y lo cotejó con los suyos manchados por el cigarrillo o la falta de limpieza o las dos cosas; el asco seguía oprimiendo mis entrañas sabía lo que pretendía y tenía que ser fuerte. Los otros ojos expectantes y cínicos que pertenecían a las caras desagradables de animales también se identificaban con una misma sonrisa en la que se colgaban la amargura y el desdén en la comisura de los labios, esperaban mi explosión. El ataúd en medio de nosotros parecía heder y la bolsa negra que contenía los restos del cristiano yacía en los pies de su profanador abierta con el cartoncito que me daba su nombre y la fecha en la que falleció, RICARDO OLGUÍN, 8 DE AGOSTO DE 1964. El gordo con cara de rata se agachó y metió la mano en la bolsa. - Así que sos debutante, que te parece una costilla de cerdo de bienvenida. _Dijo la rata sosteniendo con una de sus garras una costilla humana llevándosela luego hasta su boca y ya no pude aguantar cuando el ascensor llegó a destino abrí las puertas desesperado en el mismo momento que el habitáculo estalló al unísono de carcajadas desdentadas y obscenas, mi inminente y previsible vómito se convirtió en una realidad material de color verde cuando me deshice de las lágrimas que aún nublaban mi vista me percaté que estaba afuera del edificio mi desagradable homenaje terminó adornando los pies de la estatua de un ángel que miraba sin ver, estúpida en la entrada de un mausoleo, mi cara todavía desencajada por el esfuerzo y la repulsión.

Una vez que las bestias se fueron llevándose los cadáveres un hombre de baja estatura de facciones aindiadas con un uniforme similar al de los anteriores y que se diferenciaba por ser gris me daba una toalla húmeda o algo parecido que dudé en aceptar por el paisaje pintado con manchas que se superponían las nuevas sobre las viejas en la superficie en lo que en un tiempo prehistórico pudo haber sido blanco o tal vez eran los restos de porquería que todavía estaban en mis sensaciones que me hacía ver así las cosas. - De ahora en adelante esta es una de tus tareas. _ dijo Ramón Sanchez y que hacía algunos años trabajaba en este edificio ubicado en la parte sur de la ciudad de los muertos. Recordé el día en el que el administrador me lo presentó su mirada era burlona y escondía una sonrisa maliciosa debajo de sus labios apretados y rectos me estrechó su mano pequeña y fría de una manera débil, me repitió su nombre luego de que escuchó el mío. Me imaginé a muchos antes que yo representando la misma parodia de la presentación, escuchando el bla, bla del que consistía este trabajo, aceptando sin pensar hasta llegar a vivir lo que yo viví y era el dos más dos del porqué del puesto vacante en medio de tanta necesidad.
Cuando mi tolerancia había llegado a cero y estaba decidido a decir chau las imágenes de los momentos por los que había pasado los últimos días, el ruido de tripas por las noches, las excusas sin argumento que le diría al dueño de la pocilga donde vivía me cagaban a patadas la conciencia ya que había decidido rechazar las "sogas" que me tiraba Laura cada tanto, bah casi siempre tenía dignidad ¡que carajo! Hacía un tiempo también que el sistema me machacaba los sesos tratando de imponerme su política cruel y egoísta y yo me aislaba en una burbuja y más de una vez creí que lo había logrado algunas veces desechaba por completo enterarme de la mugre del mundo por la radio y la televisión, el diario que llegaba a mis manos olía a humedad de noticias ajadas y añejas era reciclado para las necesidades más urgentes y colgaba de un clavo en una de las paredes del baño de la tapera.
Ya tenía con mis propias miserias para saber de filicidas, violadores, de la usura financiera y de políticos que se perfeccionan en la mentira para robarnos y hacer su simulación criminal y patológica del buen gobierno estos torturadores legales ya que son elegidos por nosotros sin dejarnos alternativa y ni opción que prostituirnos por las migajas y las dadivas, ellos más poderosos e impunes y nosotros más pobres, brutos y sin trabajo encarcelando nuestra dignidad y tomando nuestro futuro y esta vez sin fusiles ni uniformes que me recordaba a esa herida que no cierra de un pasado de innombrables que tanto daño nos hicieron, para escuchar que nuestra única esperanza es del color de la sangre y que te lo dice un locutor con la entonación de quien te vende un desodorante; una vocecita me decía apaga todo y salí a la calle a pelearla pero allí había muchos como yo tratando de llevarse algo a la panza, en definitiva era un tiempo de la mismísima mierda. - Desde ahora en adelante esta es una de tus tareas. _me repetía Sánchez...Me llevó hasta una habitación pequeña a la que llamaba oficina en la que había un armario, un escritorio, algunas sillas, un almanaque con la imagen de la Virgen del Valle pendía torcido de la pared haciendo posible la eternidad del pasado con el enorme número que sobresalía de los demás representando meses y días oxidados burlándose del tiempo presente; una ventana grande daba a un patio interno lleno de manchas, colillas de cigarrillos y bosta de paloma. Sacó del cajón una especie de cuaderno me lo entrego muy serio y se fue.
Me senté y lo leí sin atención en el había explicaciones sintéticas de los distintos movimientos que se hacían en este depósito de cadáveres hablaba de los muertos como cosas a guardar, llevar o tirar. Esto fue suficiente para decidir irme de este submundo de cadáveres y mutantes, con el temor de perderme en sus calles laberínticas busqué la salida, al ir acercándome a una de sus tantas esquinas, escuché risas y voces frené mi apresurada marcha y ocultándome entre panteones pude escuchar que hablaban y se burlaban de alguien, reconocí la voz de Sánchez supuse instantáneamente que ese alguien era yo, me asomé tomando todos los recaudos para que no me vieran, efectivamente uno de ellos era Sánchez que hablaba y se reía con gestos grandilocuentes los que lo acompañaban casi seguro cuidadores de otras cofradías; uno era flaco y alto usaba un guardapolvo azul que le quedaba corto con una voz ronca dijo. - Parece un buen pibe, le doy una semana más que el anterior.
- Mirá Sanjua la última vez le diste lo mismo al anterior. Dijo uno canoso, de bigote y guardapolvo marrón.
- Para mí que con este la pego. dijo Sanjua
- Yo le doy tres días con suerte y acá están los cincuenta. Dijo el canoso
- Como te van a doler Mingo y vos Sanjua también te vas a quedar sobando mi vacunada porque porque este si pasa de esta tarde es mucho. Dijo Sánchez sobrando.
_Uno joven estaba alejado del semicírculo con el guardapolvo abierto y un cigarrillo sin encender que le colgaba del borde de la boca no participaba de la conversación y parecía no interesarle. Me vio pero no dijo nada. El haber escuchado esta conversación tocó mi orgullo y se aplicó lo que alguien una vez me dijo que algo superior jugaba ajedrez con nuestras vidas y esta movida tal vez había dado un giro a mi destino. Había decidido quedarme.

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