23/12/15

BARBARIE



No es la primera vez que la sangre se me pegó en la retina, que la maldita muerte sonríe en las pantallas mientras el mundo se desangra en palabras ofensivas de las razones y porqués, de intereses ajenos, lejanos a nuestra humanidad diciendo esto que habla de lo que nos diferencia de la bestia pero viendo a la distancia la cruda verdad que el ser que no sabe de odio es el animal. Mi perro y mi gato me miran desde lejos parado en el umbral haciendo luto a mi sombra que se desprende de mí empujada por la luz, pero en el fondo sé que ellos saben de mi pesar, que es por esa gente inocente y sin rostro que mis ojos se nublan, no me hace falta de nuevo escuchar los gritos y los estruendos para saber hacia dónde vamos. Como una trama absurda del tiempo luciérnagas se hunden en el barro mientras polillas se golpean contra la lámpara hasta dejar de existir ¿Será por esos sueños que quedaron sin cumplir? Mientras la barbarie sigue hurgando entre los huesos seguiré nombrándoles sin nombres escupiendo con furia la justificación de lo injustificable entonces trataré de dormir bajo la noche sin estrellas un sueño tranquilo y mudo, un sueño DE PAZ.                                                                                       Pablo Fogos

Distancia



Suelo pensar que el tiempo es un lugar que no tiene fronteras ni limitaciones con respecto al lugar donde estoy parado ahora como si se pudieran unir todos mis etapas biológicas y con ellas pensar que en cualquier momento podría cruzarme hasta un recuerdo para encontrarme con la gente que de un modo u otro tocó mi existencia con la suya. Que tonto es pensar que lo que hicieron y hacen aquellos seres es menos importante de lo que hago y lo que hice yo, por el simple hecho de haber existido y existir a pesar de no compartir el presente, tienen la grandeza de persistir en mí, la generosidad de volver para rescatarme del olvido de no saber quién soy. Entonces la distancia se diluye para encontrarnos con los signos precarios pero poderosos de lo más simple de la vida; una palabra que sintetiza todas aquellas que la nombran dándole alma y cuerpo a sonrisa, a abrazo, a beso. Sé que solo soy memoria si me recuerdan y dejo de ser en el trajín de los días mundanos cuando  terminan y llega la noche, ya que en el sueño todo se desvanece. Escucho la misma canción que me ayuda a demorar la muerte de las horas pero las notas son tan suicidas que deben hacerlo para que exista melodía quedándose dentro como un hormigueo que persistirá hasta que un nuevo anhelo me exija volver a escucharla. Una copa de vino me obliga ver el cielo al beberla, midiendo mi derrota al mirar las estrellas, no habrá más penas ni olvidos dice el tango mientras el viento silba cruzando la noche para traspasar la paredes y encontrarme nuevamente con ustedes.
                                                                                                                                         Pablo Fogos