24/7/15

El Meón 1/2- Mi amigo chuky




Cuando me tocó entrar al jardín de infantes yo no había dejado la mamadera y vivía prendido a la pierna de mamá Martina izquierda o derecha según de donde viniera la amenaza, el primer día me llevó con engaños mi madre, ese día di una verdadera exhibición de la calidad de mis pulmones, mi llanto era tan poderoso que hice llorar al resto de los chicos y no sé si a una que otra maestra; la directora superada por los hechos le dijo a mi vieja que me llevara que al día siguiente iba a ser más fácil, aquel día descubrí que tenía una capacidad extraordinaria con mi llanto, por esto mismo en el segundo día se repitió lo del primero y así con el tercero, en la mitad de la segunda semana mamá Martina me llevó y yo así pude quedarme. En el jardín a diferencia de los que muchos creen no todo es color de rosa más cuando uno de tus compañeros es el clon de “Chuky” (el muñeco maldito) porque no había una palabra que lo definiera tan bien como esa era un verdadero mal-di-to te agarraba las orejas de tal manera que te las dejaba a rosca o te hacía lo que se conocía como la tortura china te agarraba los últimos pelos de la nuca o la patilla de sorpresa, gritaba como chancho que va degüello pero como tenía fama de llorón la “seño” Susana solo me hablaba y sonreía, pero no era solo eso el hijo de muy mala madre se encargaba de hacerme la vida áspera desde que entraba hasta que me iba, era una verdadera pesadilla, sumado a esto seguía orinándome pero esta vez en la sillita trataba de controlarme pero todo o lo poco que hacía era en vano; había aprendido a disimular apenas sucedía me cambiaba de lugar cuando nadie me veía entonces solo quedaba el charquito, nadie se daba cuenta o eso quería creer. Todo estaba bajo control con este tema hasta que el engaño un día se terminó, el muy desgraciado de “chuky” me venía observando, él se encargó de terminar con mi farsa, nunca me olvidé la cara de desaprobación de la señorita Susana y un metro abajo con una sonrisa cínica con el dedo índice apuntándome, el muy maldito. En esa edad los niños son muy crueles y tuve que bancarme toda clase de escarnios y burlas, mi corta vida de cinco años estaba terminada, a los pocos días después nos sacaron una foto en el patio de la escuela, en la imagen se puede ver al susodicho haciéndome una maldad esa misma mañana en el arenero me empujó y caí de frente con la cara hacia abajo me apretaba la cabeza contra el arena podía sentirla entrándome por las narices y por la boca, logré zafarme, ya cansado de por de más de todas sus maldades le di un “soplamocos” en la nariz, al principio se sorprendió pero no tardó en llorar, ese día me di cuenta que no era el único que lloraba “fuerte”. Nunca más volvió a molestarme nos hicimos buenos amigos, hace unos años nos encontramos, ya hombres nos reconocimos y nos saludamos con un abrazo, Claudio Gatti había dejado de ser “chuky”.

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