24/7/15

El Meón 1/6- MONONA, LA MADRE QUE ME PARIO


Esa mujer a la que todos llamaban y llaman Monona y yo siempre ignoré el por qué había construido su historia personal con hechos puntuales de su vida, su padre era guardia cárcel y eso lo hacía alguien que miraba de manera diferente a los prepotentes que están de la parte de afuera, este hombre poseía un conocimiento que hasta él mismo no alcanzaba a darle el valor merecido, un cristal donde podía ver un lado desconocido e ignorado de los insensatos que viven sin la presión de estar recluidos en una celda. Él era un padre amoroso y responsable que supo darle a ella y a sus hermanos el cariño, alimento y educación que cualquier cristiano necesita, su vocabulario y sus chanzas bordeaban la vulgaridad y el doble sentido pero sin abandonar la compostura frente a las señoritas que integraban el hogar, era peronista hasta la médula y nunca faltaba un grito con toda la geta de ¡viva Perón! Su madre se llamaba Lorenza y terminaba en estado de ira cada vez que este con una copa de más contaba cuentos verdes que doblaban en obscenidad por ser versiones que le contaban los presidiarios, su madre había formado parte de las “Mujeres de EVITA”  con las que se reunía a escuchar sus discursos por la radio y las que lloraron desconsoladamente cuando informaron su deceso por el mismo medio. Monona adquirió el don de la palabra influenciada por extensas lecturas e inspirada por su espíritu autodidacta encontró su vocación de enseñar, extrajo todo el dinero de su caja de ahorro con el que compró un lote y un tranvía en desuso para dar clases a todos aquellos que quisieran salir de la ceguera que significa no saber leer ni escribir, fundó la escuela San José Obrero aunque no conste en actas lo importante es siempre el testimonio vivo de los tantos que aprendieron a leer y escribir sus nombres.
Mi abuelo materno el guardia cárcel tenía fama de “Don Juan” y mujeriego según el “chusmerío” “…y más agachadas que japonés con visitas” les había escuchado decir a algunos parientes, terminó fugándose con alguien a la que apodaban “la gallega” pero un tiempo después volvió a los brazos de mi abuela quien lo perdonó y lo recibió como si nada hubiera pasado. Le gustaban los pájaros y tenía una enorme jaula con una gran variedad de especies, a diferencia de mi otro abuelo que me decía “los pájaros los ha hecho Dios para que vuelen y cumplan con el ritual de la vida en las ramas de los árboles, nadie debería monopolizar su libertad solo por un gusto personal” así que me tomé la atribución de liberar a los convictos porque consideré que no habían cometido ningún delito, a partir de ese momento declaramos la ruptura de nuestra relación familiar no solo porque me puteó en todos los idiomas sino porque me corrió una tarde completa por toda la casa con un cinto sin poder alcanzarme, creo que su enojo era más siniestro de lo que vi en ese momento, los prisioneros habían escapado de su cárcel.

Monona es la madre que no elegí y la que amo, me parió un viernes santo y solo por ese motivo me nombró Jesús. Siempre admiré su compromiso social y su gran espíritu de solidaridad.

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