No es la primera vez que
la sangre se me pegó en la retina, que la maldita muerte sonríe en las
pantallas mientras el mundo se desangra en palabras ofensivas de las razones y
porqués, de intereses ajenos, lejanos a nuestra humanidad diciendo esto que habla
de lo que nos diferencia de la bestia pero viendo a la distancia la cruda verdad
que el ser que no sabe de odio es el animal. Mi perro y mi gato me miran desde
lejos parado en el umbral haciendo luto a mi sombra que se desprende de mí
empujada por la luz, pero en el fondo sé que ellos saben de mi pesar, que es
por esa gente inocente y sin rostro que mis ojos se nublan, no me hace falta de
nuevo escuchar los gritos y los estruendos para saber hacia dónde vamos. Como
una trama absurda del tiempo luciérnagas se hunden en el barro mientras
polillas se golpean contra la lámpara hasta dejar de existir ¿Será por esos
sueños que quedaron sin cumplir? Mientras la barbarie sigue hurgando entre los
huesos seguiré nombrándoles sin nombres escupiendo con furia la justificación
de lo injustificable entonces trataré de dormir bajo la noche sin estrellas un
sueño tranquilo y mudo, un sueño DE PAZ.
Pablo Fogos
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